Nadie puede negar que la asistencia humanitaria distribuida sigue siendo insuficiente para aliviar el sufrimiento de 970 indígenas en Juradó (Chocó, Colombia).

 

30 días después de su desplazamiento la frágil situación de la población enfrenta serios desafíos e incertidumbres.

 

El 22 y 23 de abril grupos armados no estatales llegaron a una de las comunidades, pasaron la noche en el territorio de la población civil, tomaron sus animales, alimentos e intimidaron a la comunidad.

 

Era miércoles, 24 de abril y comenzaron los enfrentamientos entre grupos armados, la población quedó en medio del fuego cruzado.

 

 

“El día que hubo ese plomeo, fue en horas de la tarde. Ese día y el siguiente resistimos, pero el viernes 26 de marzo decidimos salir de ahí. No pudimos resistir más”

El jueves 25 de abril, miembros de un grupo armado no estatal amenazaron de muerte a la comunidad y al mismo tiempo exigían la presencia de su líder.

 

El 26 de abril, las comunidades se vieron obligadas a desplazarse.

 

“Los primeros días que nosotros llegamos, dormimos tirados en el suelo, porque no teníamos nada”

 

El 28 de abril y el 11 de mayo se reportaron nuevos combates cerca al territorio.

 

 

“Pensé: me voy para donde mi mamá,

si la matan a ella

que me maten a mí también”

Joven durante los combates.

ESPECIAL DESPLAZAMIENTO EN JURADÓ

Huyendo de los combates

Fotografías: Milena Ayala/NRC

971 personas indígenas se desplazaron.

 

Al menos 400 estudiantes tuvieron que suspender temporalmente sus estudios.

 

Adicionalmente, 670 indígenas tienen restricciones a la movilidad, situación que limita el acceso a sus cultivos y restringe las labores de pesca en el río.

 

Los alimentos propios se acabaron.

Bajo el mismo plástico

Las familias desplazadas viven en albergues improvisados con tablas, troncos, cabuyas, plástico, sin aislamientos laterales y en condiciones de hacinamiento. Las condiciones de estos espacios no son adecuadas.

 

A pesar de la presencia y la ayuda del Gobierno la situación no cambia, hay niños que sigue durmiendo sobre las tablas y con pocas probabilidades de protegerse de la lluvia.

 

En el albergue improvisado no hay espacio para la privacidad de ninguna mujer, tampoco para sus hijas y sus hijos.

 

Aquí todavía no han llegado colchonetas o cobijas para toda la comunidad. No hay elementos para el aseo personal.

 

 

“Nosotros estamos mal aquí. Cuando llueve, el cambuche se moja todo, el plástico está roto y no aguanta.

Cuando llueve nos levantamos y no dormimos”.

 

 

Hay alimentos

¿pero, hasta cuándo?

La población ha manifestado que han recibido alimentos de la Alcaldía Municipal, la Unidad de Víctimas, de la Unión Europea, la Diócesis de Quibdó y de la comunidad indígena que los alberga.

 

Sin embargo, 30 días después del desplazamiento se preguntan si los alimentos alcanzarán para todas las familias y hasta cuándo seguirán recibiendo la ayuda.

Manos de niña de cinco años con enfermedad en la piel

Sin salud, sin esperanza

No hay medicamentos, tampoco suficiente atención médica para tratar enfermedades, lo que significa que las personas a menudo solo reciben alivio parcial.

 

Hay personas desplazadas con diarrea aguda, enfermedades respiratorias, gastrointestinales, visibles afecciones en la piel y hay reportes de nueve casos de desnutrición en niños y niñas.

 

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la IPS Chichijay y la Secretaría de Salud Departamental prestaron atención a la comunidad, no obstante, en el territorio no existe personal médico de manera permanente.

 

Hay personas, hombres y mujeres, que necesitan atención como consecuencia del trauma emocional que genera la situación y la incertidumbre por no saber cuándo podrán regresar a sus hogares.

 

 

Sin agua potable para beber

Las condiciones de higiene y limpieza son críticas. La comunidad utiliza el agua del río para el consumo humano, preparación de alimentos y el aseo personal. El agua del río no es limpia.

 

Sin suficiente agua potable para beber, cocinar y para la higiene personal, es difícil mantener una buena salud y combatir las enfermedades.

 

El albergue no cuenta con puntos de almacenamiento de agua. Tampoco hay instalaciones sanitarias adecuadas y suficientes para toda la comunidad.

 

La situación es crítica.

Cerca de la escuela,

pero lejos de la educación

La comunidad receptora de Dos Bocas facilitó espacios para dar continuidad al proceso educativo de la población desplazada.

 

Sin embargo, no hay suficiente espacio para albergar a todos los niños y niñas.

 

No hay material didáctico, pedagógico y mobiliario para que todos los niños y niñas continúen estudiando. Hasta ahora, solo ha habido entregas parciales de materiales didácticos y pedagógicos.

 

Es urgente garantizar espacios seguros y todos los materiales para asegurar la continuidad educativa.

 

 

¿Una crisis olvidada?

A pesar de la desesperada situación humanitaria en Juradó y en otras áreas geográficas del país, el director encargado del Consejo Noruego para Refugiados advierte de evidentes signos de fatiga del Gobierno en la atención a las víctimas.

 

 

“Estamos luchando para atraer los fondos necesarios para ayudar a los cientos de miles de personas desplazadas y extremadamente vulnerables en áreas dispersas y remotas. Con otras crisis humanitarias importantes que dominan los titulares, temo que la situación en Colombia se convierta en una crisis olvidada” Ariel Rivera.

 

 

Nuestra asistencia

Capacitamos a la comunidad y a los profesores para que puedan enseñar de la mejor manera y apoyar a sus alumnos durante la emergencia.

 

Distribuimos materiales para los profesores y elementos didácticos para que los niños y niñas puedan seguir aprendiendo.

 

El acceso a los derechos y servicios, como la alimentación, el albergue, la educación y la salud, a menudo dependen de que el Estado reconozca la situación de desplazamiento de las víctimas del conflicto.

 

Nuestro equipo de emergencia proporcionó información confiable y actualizada para que la población pueda acceder al registro y reclamar o ejercer sus derechos como víctimas.

 

La ayuda que brinda NRC es financiada por la Unión Europea Ayuda Protección Civil y Ayuda Humanitaria (ECHO).

 

 

Para llegar rápidamente desde Quibdó al albergue, en la comunidad de Dos Bocas,  tomamos una avioneta hasta Bahía Solano (30 minutos) y una lancha por mar abierto que nos transporta hasta la cabecera municipal de Juradó (2 horas). Finalmente, tomamos un motor-canoa que nos lleva hasta Dos Bocas (2 horas).